Te veo de nuevo [Samantha]

El tour por la ciudad al fín había acabado, el día de trabajo llegaba a su fín por lo que volvería a casa después de estar toda la mañana recorriendo Atenas de un lado para otro.
El calor era insportable y lo único que deseaba en este momento era poder darme una ducha de agua helada y poder estar refugiado en algún lugar fresco.
Podía ver mi coche del lugar donde me encontraba pero aún después de todo lo malo que había sido mi día quería estar solo y volver a casa no era la mejor opción. Miranda o mamá se darían cuenta en seguida que algo me pasaba y no quería agarrarmela con nadie.

Tomé asiento en uno de los escalones de la puerta y escondí el rostro en mis manos frotandome los ojos con las palmas, moría de sueño. Era algo común que durmiera mal por las noches, pero esto se estaba volviendo algo bastante molesto, hacía dos días que no podía pegar un ojo.
Rebusqué entre los bolsillos de mi pantalón la caja de cigarrillos y me llvé un a la boca "el último" pensé antes de encenderlo aunque sabía que siempre habría otro último. Le di una calada tratando de relajarme, sentía que mi cuerpo pesaba más de lo normal, seguramente tendría unas enormes y moradas ojeras.
Dejé escpar el humo de entre mis labios desenganchando las gafas de mi camisa y poniendolas ya que el sol poniendose me daba justo en los ojos.

Bostecé para luego recostarme sobre una de las paredes llevandome el cigarrillo a los labios una vez más, no podía cerrar los ojos estaba seguro que me qedaría dormirdo por lo que comencé a pensar en cualquier cosa para entretenerme, pero lo único que aparecía en mi mente era ella, su perfecto rostro el que no me cansaba de ver.
Recosté la cabeza sobre la pared tratando de pensar en otra cosa, no quería desesperarme y salí corriendo hacia ninguna parte a buscarla.

Hoy me había despertado un poco tarde ya que la noche anterior había salido con Penélope y habíamos llegado en la madrugada. A decir verdad, la había acompañado. No tenia ganas de salir y ella casi me había arrastrado hasta la puerta del bar. Cuando llegamos no pude evitar hacer una mueca, estaba repleto, además, eran pocos los que hablaban nuestro idioma, y era realmente incomodo tratar de que no entiendan o viceversa. Y lo peor del caso es que a mi no me interesaba ninguno, desde que había llegado acá no había podido quitarme de la mente a Paul. Se había metido en mi mente sin permiso alguno y ahora estaba haciendo estrado dentro de mí. No podía permitirme sentir algo así por alguien con quien había cruzado dos o tres palabras.

Por más de que intente que Penélope se levantara para que me acompañara a hacer unas compras fue algo imposible. Debía tener una resaca inmensa y hoy estaba haciendo más sol de lo normal, lo cual también indicaba que la temperatura debía estar horrorosa. Si no hubiera necesitado lo que iba a comprar con urgencia yo tampoco salía. Aun así, después de haberme aplicado miles de veces protector solar, mi piel se seguía poniendo rápidamente roja a los rayos del sol.

Salí del hotel y tome un taxi hacia la plaza de Zeus, era de las pocas cosas que sabia decir. Cuando llegue le pague al taxista y me baje, el sol me pego de inmediato y por inercia me baje las gafas. Siempre había odiado como se me ponían los pómulos gracias al sol, por lo menos las gafas me ayudaban con eso. Empecé a caminar por la plaza deseando encontrar sombra rápidamente o algún local donde esconderme, nada, todo estaba al pleno rayo. Seguí caminando por unos cuando al fin encontré un pequeño árbol que daba sombra, me quede allí unos segundos mientras lograba refrescarme y me hacia una moña poco elaborada para tratar de disminuir el calor.

Me mantuve quieto allí sentado, los ojos poco más que se me cerraban solos pero de todos modos no pude dormirme. Terminé el cigarrillo y lo tiré, solo no estaba haciendo nada productivo por lo que regresar a casa no parecía tan mala idea ahora, tal vez podría dormír algo.
Me levanté de donde estaba sentado y me volteé en dirección al coche pensando si Miranda tendría la música a todo lo que da y tendría que pelearme con ella para que la bajar.

Caminé en despacio hasta el auto con las manos en los bolsillos y arrastrando los pies cuando ví no muy lejos de mi estaba la persona a la que había buscado durante todos estos días y aunque la conociera muy poco necesitaba ver aunque sea unos segundos al día.
A pesar del sueño y el cansancio camibé de rumbo en dirección al árbol donde ella estaba recostada sin poder disimular la sonrisa.
Unas gafas cubrían su rostro pálido a pesar de el sol impresionante que había. Se veía perfecta y hermosa bajo allí parada mirando a la nada.

Por suerte mis padres nos habían mandado estudiar a Miranda y a mi unos cuantos idiomas algo que agradecía ya que si no no hubiera conseguido el trabajo. Por eso hablar con Samantha no me iba a costar en lo más mínimo.
Me pasé la mano por el cabello algo nervioso preguntandome si sería lo mejor ir a hablar con ella, pero no podía perder esta oportunidad quien diría si mañana se iba de Atenas.
- Apuesto que en América hace menos calor- bromeé cuando estuve lo suficientemente cerca. - ¿Qué tal todo?- le pregunté tratando de esconder lo felíz que me sentía de poder volver a verla. Me quedé parado frente a ella y agradecí llevar puestas las gafas ya que mi cara debía ser realmente tonta.

Bajé la cabeza y asentí en cuanto me respondió. Era algo estupéndo poder volver a escuchar su voz una vez más. Justo en en el momento que ya comenzaba a dar mi búsqueda como inútil e iba a tratar de olvidar cualquier cosa que me ligara a ella, para luego dentro de mucho tiempo recordarla como "La hermosa chica Américana". Ese sería el único momento que dejaría volar mi imaginación pesando en que habría pasado si la hubiera encontrado. Pero no, el destino me había llevado a ella otra vez y había aparecido antes mis ojos con un perfecto milagro, dandome otra oportunidad para poder aunque sea tener otra conversación. No era lo que yo quería, pero sabría conformarme si el día de mañana ella regresara a su país natal, al menos podía guardar esperanzas de escuchar su voz una vez más en alguna parte del mundo, por lo que me esforcé por grabar en mi memoria cada una de sus palabras para no olvidar su tono y poder escucharla una y otra vez cuando se marchara, cuando Gracia, este verano y yo quedaramos atrás, si es que le importaba todo esto. Seguro que recordaría su viaje, ¿pero quien podría recordar la cara del guía turístico?, ¿o aunque sea su nombre?

- Soy guía turístico- respondí con una media sonrisa levatando la mirada otra vez. - Habló varios idiomas más- conté encogiendome de hombros.
Sus sonrisas eran el mejor regalo que podía recibír, realmente me preguntaba si podría llegar a olvidarla de ella algún día. Saqué las manos de mis bolsillos y volví a revolver mi cabello algo nervioso.
- ¿No te gusta el calor?- le pregunté volviendo a sonreír, al percer teníamos algo en común. No parecía se runa chica que solier broncearse muy a menudo, su piél resultaba muy clara.

- Muy bien... cansado, pero bien- respondí en cuanto me devolvió la pregunta. Las cuarenta y ocho horas que me había pasado despierto cayeron sobre mi como si fueran cincuenta toneladas de hierro haciendome sentír aún más destrozado de lo que estaba, pero no me importaba, sin saber como lo había conseguido necesitaba estar a su lado segundo a segundo igual o más que precisaba el aire para repisrar. ¿Qué me había pasado?, nunca había pensado nada como eso, seguramente sería a lo que yo tanto temía y había estado esquivando durante mucho tiempo, pero ahora ella había llegado y ya no me dejaba opción, no podía evitar quererla. ¿Pero cómo se quiere a una persona que no conoces?, siempre me había cuestionado esa clase de amor, pero ahora lo comprendía. Sin siquiera saber su apellido o si le gustaba el helado o lo más simple y básico que una persona debe saber de la otra para enamorarse yo ya la quería, incondicionalmente, el resto de las chicas ya no importaban, ninguna me generaba esto y de pronto me descubría atrapado en mis pensamientos fijandome en cosas como por ejemplo "esa chica tiene el mismo color de cabello que Samantha".

No pude reprimír la sonrisa, era agradable pensar que teníamos cosas en común, aunque la lluvia no me agradaba del todo. De todos modos seguro que si lo hacía con ella sería fantástico, me importaba poco enfermarme o cualqiuera de esas cosas.
- Es algo raro, pero suena divertido si tienes una buena compañía- dije mientras lo pensaba.

Me observó durante unos momentos y la verdad no entendía del todo porque, alcé una ceja curioso. Al instante me di cuenta en cuanto volvió a hablarme y me pasé la mano por el rostro, seguramente debía estar horrible, pero todo eso dejó de importarme al ver que pronunciaba mi nombre. Miré hacia mi pecho buscando el gafete aunque este no estaba en su lugar como siempre, por lo que ella recordaba mi nombre.
- No, no creo que pueda dormír si me voy a casa- le dije negando con la cabeza dandole poca importancia. Si me marchaba ahora no podría dormír pensando que no había disfrutado del tiempo que tenía. Sonreí al recordar los consejos de mi hermana, aunque estaba seguro de que los llevaría a cabo antes de volver a perderla.
- Pensé que no recordabas mi nombre- dije sonriendo con timidéz
- ¿Tu eres Samantha no?- pregunté aunque sabía a la perfección que ese era su nombre, solamente que quería ser algo disimulado.

Bostecé una vez más tratando de que no se notara demasiado, seguro que seguiriía insitiendo con que me fuer y no lo quería, aunque tal vez no le gustaba estar hablando conmigo, tan solo un simple chico que le había mostrado la ciudad.

Sonreí al escucharla, no me asombraba, la mayoría del mundo se refugiaba de la lluvia. Me quedé como un idiota observandola en cuanto se soltó el cabello. Noté que el calor estaba disminuyendo ya que el sol cada vez se encontraba más bajo en el cielo.
- Me gustaría acompañarte alguna vez- dije sin dejar de mirarla, con una tonta sonrisa en mis labios.
A continuación baje la vista al suelo algo avergonzado por mi falta de disimulo, aunque teniendola cerca era algo realmente imposible.
El sol quedo tapado por las nubes haciendo levemente un poco más fresco el ambiente.

La sonrisa no tardó en aparecer otra vez al escuchar sus palabras. Me encogí de hombros para luego contestar.
- Nadie suele recordar mi nobre.- comenté frunciendo un poco los labios.- Además de que siempre suelo perder el gafete- dije curvando levemente la comisura de mis labios avergonzado.
Abrí los ojos con asombro en cuanto mencionó lo de las fotos, muy pocos turistas eran tan amables. Por lo menos tendría algún recuerdo más cuando se marchara.
- Me encantará verlas. Me agrada saber que te ha gustado el recorrido, por lo menos se que alguien lo disfruta- Solía entenderme muy poco con los turistas.

Estiré mi manos también sintiendo el roce de su piel con la mía por primera vez. La estreché por un momento bastante más largo de lo normal hasta que la tube que dejar caér aunque no quisiera.
- Paul Van Tassel- Me presenté también.
- ¿Buscabas algún lugar?, tal vez pueda ayudarte- me ofrecí. Separarme de ella era algo que no estaba dispuesto a hacer, y seguramente la propuesta me ayudaría a ganar algo más de tiempo con ella.

Otra vez la tonta sonrisa se dejó ver, pensar que mi copañía le agradaría me generó una sensación que nunca había sentido, algo revoloteaba en mi interior sin poder darme cuenta porque. A pesar de lo poco que me agradaba la lluvia deseaba más que nada que comenzara a llover, no quería perderme de esa experiencia con ella.

No pude evitar bajar la vista al suelo en cuanto me hizo su pregunta y me maldije por dentro. Sentí como el calor me recorría el cuerpo deteniendose en mis mejillas haciendola más rosadas de lo normal. Me puse algo nervioso y comencé a tronarme los dedos y respondí con la verdad.
- Escuché a tu amiga diciéndolo- respondí sin poder mirarla aún. - Y por alguna razón no he podido olvidarlo- reconocí moviendo la cabeza hacia los ladios un par de veces.
Volví a levantar la cabeza y pose la mirada en ella otra vez con algo de timidéz, sintiendome un tonto después de aquél desuido.

Sonreí con entusiásmo, era bueno saber que no había sido un estorbo. También me alegro saber más cosas de ella, poco a poco la iba conociendo un poco más y sabía que si seguía así luego no habría forma de que pudiera olvidarla.
- Así que estudias fotografía- intuí, aunque era algo bastante obivo. Eso me llevó a pensar otra vez en uno de mis pequeños problemas, pero lo devolví al fondo de mi mente, eso podía esperar ahora. - Pasaré por la empresa cuanto antes a buscarlas- prometí - Deben ser magníficas- estaba seguro que cualquier cosa que viniera de ella sería perfecta, atesoraría esas fotos por el resto de mi vida.

- Igualemtente- respondí sonriendo. Se tomó un timpo para responder a mi propuesta pero al final acepto. Me sentí la persona más felíz del mundo al poder compartír un café con ella.
- Conosco todos los lugares a la perfección- dije con amabilidad. - Un café suena perfecto, he tenído una noche fatal.- continué suspirando, mi comentario seguramente estaría demás seguramente le importaba poco si un completo desconocido había dormido bien o mal.
- Pero yo invito- dije con rotundidad pero sin perder el tono alegre.

Su risa hizo que me relajara un poco, seguramente después de esto había quedado como un tonto. Esucuché su disculpa y negué con la cabeza, si su amiga no se la hubiera pasado gritando jamás me hubiera enterado de como se llamaba.
- No hay problema- respondí sin darle importancia. En cuanto volví a levatar la cabeza que encontré con su sonrisa la que me derritió por completo. Le sonreí de la misma forma y no pude evitar sentírme esperanzado. No quería pensar que a ella le había pasado lo mismo que a mi en el momento que nos encontramos por primera vez, no quería acabar desilucionado, además de que si hubiera posiblidades de una relación futura era algo imposible, estabamos demasiado lejos y cada uno ya tenía una vida hecha. Pero después de todo sabía que la distancia no sería suficiente como para que la olvidara, dejaría todo tan solo si ella lo pidiera.

- Eso... me agrada- murmuré ensanchando la sonrisa. Me quedé pasmado mirando su rostro, notando como algunos mechones de su cabello arruinaban mi vista al estar pegados en la comisura de sus labios. Apreté la mano en un puño antes de que fuera tarde, pero ¿por qué privarme de rozar su piel otra vez?, ella se iría y luego me arrepentiría de no haber aprovechado lo máximo posible. Mi lado racional y el irracional comenzaron a pelear entre ellos pero de todos modos mi mano se movió sin consentimiento apartando el cabello de su rostro y sintiendo su piel cálida bajo las yemas de mis dedos.

Asentí con la cabeza en cuanto siguió contandome sobre su carrera. Hablar con ella era lo má entretenido del mundo, podría pasarme los días enteros sin siquiera moverme escuchandola. Quería saber todo de ella, incluso hasta lo más mínimo.
- Apuesto a que es muy entretenido- comenté volviendo a esconder mis manos en los bolsillos antes de que siguiera cometiendo locuras.
La miré con curiosidad, ¿qué había estado haciendo a la noche?, seguramete habría salido y se hubiera encontrado con algún chico. Eso hizo que cambiara la expresión de su rostro, tal vez tedría novio en su país. Vaya suertudo el chico que hubiera conseguido enamorarla.

- Hay que disfrutar las noches de la ciudad- comenté tratando de disimular. Las vacaciones eran para eso, divertirse y pasarla bien, y que mejor que salír a la noche a algún bar.
Negué con la cabeza en cuanto protestó el que yo pagara.
- Se supone que los chicos pagan, déjame sentirme un caballero- bromeé - Así que no hay nada que discutír- continué con una sonrisa. - Allí tengo el coche, salvo que quieras caminar- ofrecí.

Sonreí con dulzura al escuchar su agradecimiento. Tendría que haber sido al reves, yo tendría que agradecerle por dejarme acariciar su piel.
El color que habían tomado sus mejillas era espléndido, pero en seguida bajó la mirada. Me sentí satisfecho por haber podido provocar esa reacción.
- De nada- susurré algo atontado. No podía seguír con esto, debía terminar cualquier relación con ella antes de que sea tarde y dejarla ir, ¿pero cómo podía dejar ir a la persona que siempre había soñado?, sabía que no sería capáz de hacerlo entónces ¿por qué no apostar a que ella también podía sentír algo por mi? si de todos modos se iría.
Dejé de pensar en cuanto volvía a escuchar su voz dirigiéndose a mi y volvía a enfocarme en lo que estabamos hablando.

- Tienes suerte de haber encontrado lo que te gusta y poder hacerlo- comenté volviendo a sonreír. Seguro era algo gratificante encontrar la verdadera vocación de uno.
Abrí los ojos algo asombrado al escuchar su pregunta y me tomé unso segundos para pensar que sus palabras había sido reales y no solo las había imaginado.
- Si por supuesto, ¿por qué no?- me apresuré en responder para evitar que pensara que no quería.

Otra vez su risa hizo que mi cerebro se desconectara del resto de mi cuerpo, trasnladadnome al paraíso perfecto que solamente ella podía conseguír crear.
- No me molesta hacerlo- dije negando con la cabeza. - Es más será un placer- volvía a bromear, aunque era la pura verdad.
Asentí en cuanto me respondió lo del coche y le hice un gesto con la mano para que me siguiera.
Estaba curioso de saber más de ella, además de que necesitaba saber con desesperación si tenía novio, aunque no sería lo más cortés preguntarlo.
- ¿Extrañas tu país?- pregunté volviendo la vista hasta ella mientras revolvía el bolsillo de mi pantalón en busca de las llaves. - O tal vez... ¿a alguien especial?- pregunté sonriendo de lado a pesar de encontrarme algo nervioso por la respuesta que pudiera darme.

La pregunta que me hizo habría preferido evitarla, tragué saliva y saqué la vista de ella fijandola en el frente en dirección a mi coche.
Me la pensé por un segundo, pero no iba a mentirle lo mejor sería empezar a ser sincero desde el principio, auqneu sabía que eso podía jugarme en contra.
- No ahora...- respondí frunciendo un poco el ceño. - Pero estudiaba arquitectura, me agrada dibujar. Aunque creo que no es la carrera que quiero seguír- expliqué bajando la mirada a ella otra vez.

Tardé unos segundos en darme cuenta de que me estaba habladno y luego solté una carcajada. Nuegué con la cabeza en respuesta.
- No creo que a mi novia le moleste- contesté divertido mientras seguía hurgando el bolsillo tratando de sacar las llaves, algo que me estaba dando algo de dificultad. - Soy soltero- respondí después . - Mi hermana siempre suele regañarme por no sentar cabeza nunca- le conté recordando las bromas de Miranda.
Conseguí sacar las laves depsués de un rato y las giré en mi dedo.

Puse los ojos en blanco con su propuesta y respondí-: Yo pagaré el café y la próxima veremos- no dejaría que ella pagara nada, pero era algo inútil ponernos a discutír por eso.
Esucuché con atención su respuesta para ver si podía darme alguna pista, pero se las rebuscó como para no darme demasiado.
- Lo imagino, núnca he ido a América- contesté con una media sonrisa, a pesar de que mi padre se la pasara viajando nunca había ido allí. - Seguro que tu familia te extraña también, pero en realidad me refería... a otro tipo de persona- me causo un poco de gracia ver la cantidad de vueltas que estaba dando, pero ahora ya no podía cambiar.

Moví un poco la cabeza hacia los lados sopensando sus palabras, realmente esperaba encontrar en un futuro -cuanto más cercano mejor- algo a lo que dedicarme, esto de ser la "oveja negra" de la familia no era divertido en absoluto. Miranda dedicandose a la medicina, papá con su empresa y bueno mamá siempre se había encargado de su familia, pero yo era el único que no hacía nada. Era algo totalmente avergozante hablar de eso con ella que si estudiaba y ya tenía un futuro planeado.

- Eso espero- suspiré para luego devolverle la sonrisa. - Esto de no saber que hacer se esta convirtiendo en una situación bastante desesperante- comenté con un tono algo resignado.
Me reí al escucharla y asentí con la cabeza. Nunca había conocido el amor verdaderamente a pesar de haber tenido varias novias, no hasta ahora que ella llegó a mi vida.
- Créelo, nunca he tenido mucha suerte en ese tipo de relaciones- eso jamás me había molestado, es más ahora lo agradecía, de haber estado en pareja el día de hoy ¿qué habría hecho cuando ella apareciera?

Me detuve frente al coche y puse los ojos en blanco, traté de pensar alguna forma de convencerla pero no se me ocurrió ninguna de momento, aunque sabía que tarde o temprano terminaría pagando yo.
- Y luego soy yo el terco- dije divertido haciendo referencias a sus anteriores palabras.
- Esta bien, tu pagas el café con una condición- dije tratando de pensar lo que le diría para que no resultara ridículo. Me acerqué un par de pasos a ella algo titubeante para luego hablar.
- A parte de que yo pague todo la noche que salgamos, prometeme que si existira esa salida- dije algo complicado, siempre yo dando vueltas.- Quiero decír, tan solo puedes estar diciéndome que si para que te deje tranquila luego, pero en serio me encataría salir contigo otra vez- terminé sintiéndome un completo idiota, seguramente ella lo estaría pensando también.
- Olvidalo- murmuré algo atontado para seguír como si no hubiera dicho nada.

- Eso sería algo estupéndo- contesté en cuanto a su propuesta abriéndole la puerta del coche para que se subiera.
Sonreí con una amplitú extrema en cuanto me dijo lo que quería saber pero me asombré al ver su guiñada.
- Eso si es increible. ¿No has encontrado al chico?- pregunté interesado sin borrar la sonrisa, ¿qué más podía pedír? todo estaba saliendo como quería.

Cerré la puerta del coche una vez que Samantha estuvo dentro y di la vuelta en dirección al asiento del conductor con una sonrisa triunfante. El contacoto de su piel con la mia había sido la cosa más increíble del mundo, tan suave y cálida que me preguntaba si podría exisitír algo mejor en este planeta. Aunque seguramente lo había, el contacto de sus labios contra los míos segramente sería asombroso.
Sacudí la cabeza tratando de olvidar la imágen que mi imaginación había creado y entré en el coche con una expresión divertida.

Puse la llave en el contácto y encendí el motor; en cuestión de segundos ya habíamos abandonado la calle donde hacía un momento atra nos habíamos encontrado.
A pesar de ser guía turístico y conocer bastanto lugares el único que se me ocurrió para ir a tomar un café fue Starbucks que no era muy griego que digamos.
Para poder ganar algo más de tiempo con ella decidí tomar la ruta más larga hasta el local a una velocidad que tampoco era a la que conducía normalmente.
Una vez hecho todo esto me dispuse a seguír la charla.
- Te parece... ¿mañana?- pregunté sin desviar la vista de la calle,y sin borrar la sonrisa, aunque era imposible no hacerlo. Otra de las cosas sensacionales de todo esto era saber que a ella también le agradaba la idea de salír conmigo.
Me mantuve calado a la espera de su respuesta, pero ya no estaba tan nervioso como antes.

La curiosidad volvió a invadirme y saber más cosas sobre ella se estaba conviertiendo en una necesidad, todo era relevante.
Volví la vista en su dirección disfrutando de su rostro, analizanando su expresión para luego volver a enfocarme en el camino.
- ¿Ya sabes cuando volverás a América?- inquirí, con un extraño tono, en los que pude distinguír la preocupación y amargura. Esa era un de las cosas que más me tenía preocupado, no tener el tiempo suficiente como para disfrutar con ella, además de la apuesta que tenía pendiente con mi hermana.